Crónicas alemanas: La Formación Profesional en este país, o la simbiosis formación-trabajo


Fuente: http://www.periodistas-es.org/

En un momento en el que el Consejo de Ministros acaba de aprobar un nuevo contrato de formación para jóvenes desempleados del que podrán beneficiarse alrededor de 1.200.000 menores de 30 años, inmersos en esa llamada “generación perdida” como la denominó en su día Dominique Strauss-Kahn, antiguo director general del Fondo Monetario Internacional, no está de más conocer cómo funciona el sistema de Formación Profesional en Alemania, el motor de esta Unión Europea cuyas cuadernas parecen resquebrajarse, económicamente hablando.

Los sistemas de educación son bastante diferentes en España y Alemania y cada cual puede tener su parecer al respecto, pero a la hora de la verdad, cuando se palpan los resultados, los datos hablan por sí solos. A grandes rasgos, en el país germano la Educación Primaria dura hasta los 10 años, y a partir de esa edad los alumnos son encaminados hacia la Secundaria, donde se dan los diferentes tipos de estudio: Gymnasium, o Instituto, donde van los estudiantes encaminados hacia las carreras universitarias; la Realschule y la Hochschule, estudiantes que harán las distintas formaciones profesionales. Hay puentes para pasar de un grado a otro, llegado el caso. A partir de los 18 años comienzan los estudios universitarios, y los de formación pueden comenzar a los 16, compaginando estudios con aprendizaje remunerado por las empresas. En cuanto a España se refiere, a grandes rasgos, la Enseñanza Primaria dura hasta los 12 años. De 12 a 15 se estudia la ESO, y de 16 a 18 el Bachillerato, para pasar a la Universidad, previa Selectividad. A partir de los 16 años se accede a la Formación Profesional de Grado Medio, y a partir de 18, con el Bachillerato aprobado, a la de Grado Superior. La Formación Profesional no está remunerada en ningún caso.

Una de las diferencias entre España y Alemania en cuanto a la Formación Profesional se refiere, es que en el país germano dicha FP no está desprestigiada como tal enseñanza, cosa que sucede en España, donde es considerada como la “hermana pobre”, el furgón de cola donde van a parar los menos capacitados. En contra de lo que pudiera pensarse, en Alemania los estudiantes que van a la Universidad están en torno al 36%, mientras que la FP la estudian un 56%, aproximadamente. Claro que el que allí logra llegar a la Universidad lo tiene claro, por la selección a la que ha sido sometido. Por el contrario, y según los datos publicados, el fracaso en la Educación Secundaria en España está en el 32%, mientras que en la Universidad el 31% de los alumnos abandona la carrera en el segundo curso.

La Formación Profesional en Alemania está regulada por Ley desde 1969. A partir de los 16 años, los alumnos comienzan dicha formación en las empresas, que puede durar dos o tres años, tiempo en el que se alternan las horas lectivas con las prácticas en dichas empresas, que son remuneradas, cotizando a la Seguridad Social. Gobierno y empresarios corren con los gastos, mientras que las Cámaras de Comercio gestionan todo el tema entre firmas y centros de formación. Por su parte los sindicatos, muy implantados en toda Alemania, apoyan este sistema. Como es natural, las empresas forman a los jóvenes de cara a sus necesidades, pero en realidad se trata de una simbiosis empresa-trabajador, ya que el 78% de los jóvenes acaba quedándose en la empresa en la que se ha formado.

Dos datos me han llamado poderosamente la atención durante este verano, tiempo de búsqueda y elaboración de documentación para esta serie de crónicas alemanas que irán viendo la luz próximamente. Una es la comparación del paro juvenil entre España y Alemania, que en el primer caso es del 42%, mientas en el segundo apenas llega al 7,9%. El otro, que en un país donde el paro juvenil es casi inexistente, los puestos de trabajo de las grandes cadenas comerciales de alimentación están ocupados por jóvenes alemanes, mientras que en España la casi totalidad de puestos de trabajo están a cargo de extranjeros.

Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que esto suceda en un país con casi cinco millones de parados, en el que además el 42% es paro juvenil? En buena lógica, esos cientos de miles de jóvenes estarían deseando ocupar un puesto de trabajo.

Las cadenas de alimentación visitadas para su comprobación “in situ” han sido por parte alemana REWE, Aldi, Lidl, y por parte española Mercadona, Simply o Día. Mientras en las primeras los trabajadores eran jóvenes alemanes, en las españolas eran extranjeros en un 80-90%. Esto no es estar en contra de los trabajadores inmigrantes, por supuesto; antes bien al contrario, bienvenidos sean, pues parece ser que los necesitamos, al menos en ciertos sectores, como los de alimentación, hostelería, limpieza, servicio doméstico, construcción…

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