Los directivos y la formación


 

Sólo un 20% de los directivos recibe al año algún tipo de formación en habilidades. ¿Qué les impide priorizar su formación y desarrollo para situarlo de imprescindible a urgente? ¿Qué les inmoviliza en su zona de confort? La verdad es que no me atrevería a lanzar un exacto análisis pero sí, quizás, a compartir con ustedes algunas conductas paralizantes que observo, como las siguientes:

-Un culto excesivo al ego. ¿Qué puedo aprender si soy un directivo de éxito?  sobre la toma de conciencia de todo aquello que no sabemos se pueden descubrir y desarrollar nuestros talentos, definir o concretar nuevas visiones, utilizar nuevas herramientas, planificar otras estrategias. Liderar es un reto que implica coraje y humildad. Coraje para asumir la complejidad y la riqueza de los seres humanos. Humildad para reconocer que siempre estamos aprendiendo.

-Otra conducta paralizante proviene del dominio de la autoridad sobre la razón. ¿Para qué necesito el compromiso de mi gente si los resultados se obtienen de mi autoridad? Sin embargo una de las cosas más difíciles de hacer es mantener una mente abierta para explorar todo aquello que desafía nuestra forma habitual de pensar: eso sí que es un pulso a nuestra autoridad. La autoridad efectiva sobre nuestra gente nos la da, entre otras cosas, nuestra capacidad para crear un espacio de posibilidades en donde afloren la confianza, la creatividad y la ilusión.

-La complacencia excesiva con los éxitos del pasado, o, dicho en castizo, dormirse en los laureles, es otra de las conductas que inmovilizan al directivo y le impiden avanzar hacia su formación. Por que ¿para qué formarme si mis éxitos me han precedido? Sin embargo, cuando nos detenemos a contemplar nuestros éxitos pasados nos privamos de soñar “éxitos futuros”. El compromiso de nuestros equipos nace de visiones compartidas, de objetivos a alcanzar; formarse y descubrir en uno mismo el potencial para generar visiones de futuro, para comprometer a los demás, para desarrollar culturas que signifiquen reto, futuro, compromiso, está lejos, muy lejos de nuestra autocomplacencia. Y cuando cambie nuestro entorno, el mercado, los competidores, estaremos preparados para los nuevos escenarios. El futuro empresarial depende de nuestra capacidad de anticipación y de nuestra capacidad de visualizar escenarios futuros.

-La tendencia a la rutina y a la comodidad. La formación siempre significa esfuerzo, no solo intelectual. Y el esfuerzo pone a prueba nuestras prioridades. Y es verdad que nos fuerza a salir de nuestra zona de confort, y nos incomoda en ocasiones. Pero también lo es que las empresas actuales sólo sobreviven adaptándose al cambio, y, aún más, anticipándose al mismo. La formación siempre es un revulsivo para el cambio porque nos permite descubrir e incorporar nuevos conocimientos, nuevas experiencias, nuevas técnicasÉ que pueden ayudarnos a visualizar de forma distinta nuestros valores, nuestras visiones, nuestras organizaciones. Solo conseguiremos resultados distintos si actuamos de forma distinta: y la formación nos ayuda a ello.

-Algunos directivos creen que su necesidad de formación visualiza sus debilidades. Hay una creencia en muchos directivos a ver su necesidad de formación como una debilidad que los hace vulnerables a los ojos de sus equipos. Es como reconocer que una de sus bases de autoridad, la pericia técnica, está debilitada o en crisis y que con ella se reconoce una pérdida de autoridad. Es una creencia limitadora que nos acerca a unos valores personales que muestran nuestra identidad directiva. Por el contrario, cuando apostamos por nosotros mismos, por descubrir nuevos talentos, por identificarnos con valores que nos enriquecen, por reconocer aquellas emociones que nos debilitan o nos potencian, es cuando vamos configurando una nueva identidad emocional que nos acerca a nuestros equipos desde otra posición: la de la seguridad en nosotros mismos. Así lo que hemos experimentado y trabajado en los cursos nos presenta a los demás más fuertes, más creíbles, más completos, mejor preparados, más “directivos”.

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