Fuente: http://www.abc.es
Son uno de esos recursos útiles para que la persona desempleada mantenga la cabeza ocupada y, al mismo tiempo, confíe en mejorar su campo de acción laboral cuando pasen «las vacas flacas». La demanda de cursos de formación se ha incrementado en los últimos dos años, sobre todo en la modalidad online o de teleformación, con la expectativa de participar en una oportunidad real de trabajo. Muchas veces quienes los cursan ven en ellos una vía para reciclarse, para especializarse en su trabajo anterior o simplemente los conciben como una válvula de escape para combatir los meses sin encontrar nada. Solo en 2011 y según un informe de Telefónica «La sociedad de la información en España 2011», se elevaron en un 50% las solicitudes y prestación de cursos online. Con un solo rastreo por internet, nos encontramos con una inabarcable oferta y con una característica que apuntan algunos expertos y que no hace más que refrendar lo anteriormente citado, la necesidad de combatir la crisis con una vía (aunque sea exigua) de futurible trabajo.
En los últimos tiempos se observa un cambio de tendencia en la demanda. De los tradicionales ofimática y cursos de idiomas se ha virado hacia una oferta singular y en algún caso hasta insólita: cursos de adiestrador de perros pastores, de manejo de ganado, soldadura, de pesca, de soporte de smartphones… No obstante, según afirman en la red FOREM (Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera) del sindicato Comisiones Obreras, que gestiona cursos de formación, los cursos de poda del olivo, de catador de vinos o enología, de carretillero y otras disciplinas dentro de la construcción, así como las orientadas al servicio de la hostelería, llevan años con una alta demanda, bien para encontrar un trabajo en estos sectores, bien para mejorar el desempeño del oficio en el caso de la persona ocupada en estas ramas.
La lista de cursos es inabarcable. Solo en el centro de FOREM Confederal hay programados 101 cursos entre 2012 y 2013. En total, la red FOREM al completo vio pasar en 2011 a unas 246.000 personas que en el año 2010 llegaron a ser 300.000. En algunos casos, están subvencionados por organismos públicos, como el Instituto Aragonés de Empleo (el Inaem), que hasta hace poco ofertaba cursos de 310 horas para ser empleada de hogar y que ahora contempla otros como «decoración y exposición de platos» o «diseño de jardines por ordenador». Pero la mayor parte de las subvenciones siguen siendo estatales.
Parece que, por pura lógica, podría hasta desglosarse un listado de esos cursos aviniéndonos por comunidades, pues si la formación como cortador de jamón se ofrece en Teruel, en Galicia, algunas cofradías como la de Malpica tienen hasta «lista de espera» de decenas de personas que quieren afanarse en las artes pesqueras. La crisis económica y la necesidad de encontrar un hueco en el angosto mercado laboral disparan los cursos de formación en esas regiones y en otros lares, pero no siempre la oferta de cursos se adapta a las necesidades cambiantes del mercado, como denunciaron recientemente empresarios andaluces. En esta autonomía y según Adecco, habría nichos de empleo temporal en los «call centers», el turismo y la restauración, mientras que son las aplicaciones informáticas, por poner un caso, las que requieren buena parte de los requerimientos de formación.
Carretillero, gratis o por 70€, pero no tan «singular»
Nos detenemos frente a un cartel en el centro de formación Calderón, sito en la madrileña calle Alcalá, en cuyo escaparate se ofertan cursos de carretillero. En el ejercicio casi automático de buscar este tipo de trabajo por la Red, encontramos que el de carretillero es un oficio que obtiene formación subvencionada en una decena de regiones españolas, y que en innumerables centros de formación privados se ofrecen cursos de «seguridad en el manejo de carretillas elevadoras» durante 80 a 100 horas, en las que el solicitante recibe adiestramiento sobre «el mástil elevador, la limitación de cargas, las señales acústicas cuando uno porta una carretilla o la legislación laboral pertinente». Algunos de los servicios de formación cobran hasta 70 euros por aleccionar a manejar una carretilla de modo profesional. Al final, si se supera una prueba teórica y una prueba práctica con conducción real, uno obtiene el ansiado «carné de conducción de carretillas».
Con financiación estatal o sin ella, se trata de solo un ejemplo más de los infinitos cursos con los que se pretende bien matar el hastío bien matar la desesperanza. En realidad, coteja la psicóloga Elisa Sánchez, lo que buscan muchas personas es «complementar la formación de base y si alguien que ha sido albañil y está en paro ha observado que en la construcción hay un hueco con una licencia de gruísta, por ejemplo, va a tratar de formarse en ese campo cuando está desempleado».
Fuentes de la Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera (FOREM) consultadas por este periódico facilitan los resultados de un control aplicado al plan intersectorial de la Confederación Sindical de CC.OO., un informe llevado a cabo sobre una muestra de 2.000 encuestas telefónicas, un 8% de los participantes totales del plan. El 44% de las personas encuestadas estaban desempleadas en el momento de participar en el estudio, el resto estaban ocupados. Dentro de estos últimos, el 45% buscaba aplicar los conocimientos adquiridos de forma directa en su trabajo y un 37%, adaptarse a las nuevas exigencias del mercado de trabajo. En el caso de los parados, el 60% considera que ha mejorado bastante o mucho su situación a la hora de encontrar trabajo, frente a un 40% que lo desdeña.
A la vista de los resultados, está claro que el parado quiere mejorar las posibilidades de integrarse en el mercado laboral y se agarra como a un clavo ardiendo a estos cursos. De hecho, en las mismas estadísticas recabadas por la Fundación figura que alrededor de un 16% cotejó haber encontrado un trabajo gracias a haber estimulado sus capacidades en estos cursos. El 60% de ese porcentaje de afortunados alumnos encontró un empleo temporal. Un 17% de aquellos que no encontraron una ocupación participó en algún proceso de selección al concluir la formación. Cabe recordar que el alumnado de los cursos de esta Fundación está formado por personas de entre 25 y 45 años, en proporciones similares entre hombres y mujeres, mientras una cuarta parte son mayores de 45 años. Las mujeres se vuelcan en la teleformación en mayor medida, casi el doble que los hombres, afirman en la Fundación de CC.OO.
Las webs de búsqueda de empleo, de sindicatos y patronal, así como de Cámaras de Comercio e Institutos de Empleo públicos con este tipos de cursos se colapsan por la gran cantidad de visitas convencidas de que pueden vislumbrar en ellos un futuro menos agónico. «Creen que hay que estar preparados para cuando salgamos de la crisis y utilizar ese tiempo para formarse donde ven una pequeña salida es lo más útil», afirman algunos psicólogos del campo laboral consultados, mientras que otros mantienen que si se compara los datos de quienes acumulan cursos y más cursos y aquellos que encuentran un trabajo real, se demuestra que son, simple y llanamente, un bote salvavidas en medio del océano.
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